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lunes, 20 de octubre de 2014

EXCELENCIA DE LUCIFER, SU INFLUJO EN EL PECADO DE LOS DEMÁS Y NUMERO DE LOS PREVARICADORES.




La revelación y la tradición opinaron de diversas maneras siempre buscando la solución en las Sagradas Escrituras.

Santo Tomás, que en las cuestiones opinables es siempre respetuoso con la tradición cuando otros testimonios de mayor valor a una poderosa razón nos obliga a adoptar una posición determinada, deja en su exposición amplio margen como en este caso, para elegir entre una u otra sentencia aunque sin ocultar lo que personalmente considera más razonable. 
Comentario: No es otro su proceder sino el mismo en lo que los teólogos dan por llamar “cuestiones disputadas”, es decir, que en esta materia que estamos tratando los católicos pueden tener una u otra opinión sin que ello comprometa la salvación de su alma puesto que no han sido definidas como dogma de fe, y así vemos que en el pecado de Adán difieren los teólogos de su época como San Buenaventura sobre si era necesaria la venida de Nuestro Señor Jesucristo. El solo se limita a decir que si las Sagradas Escrituras dicen que si, así debe ser, pero siempre respetando la opinión de los demás. Lo mismo sucedió con el dogma de la Inmaculada Concepción en la cual el opinaba de manera contraria a los teólogos contemporáneos, mas no por eso se le notó una disputa agria o ácida, ni pretendió poner, con su autoridad de teólogo, algo que era también muy disputado en virtud de que la Iglesia no se había declarado con respecto a ese dogma, por lo tanto era opinable y no se oponía a la salvación de las almas. Ejemplos muy claros y evidentes de almas verdaderamente imbuidas en la verdad divina que con su ejemplo nos invitan a actuar de la misma manera prudente y santa ante las opiniones actuales que se enraízan en cuestiones teológicas o de derecho canónico, o como se dice de sentido práctico. Pretender imponer una “questio disputata” a las demás personas sin tomar dicho ejemplo de los santos es una cuestión grave de imprudencia aunque sea apoyada por los “teólogos modernos” que pululan a granel y que, por desgracia sin querer ni pensarlo algunos, quieren imponerlo como una “questio sine qua non”, es decir una cuestión sin la cual uno no se puede salvar, y esto sí es grave por estar en contradicción del actuar de los santos y más de un santo teólogo por excelencia a quien NADIE SUPERARA hasta el fin del mundo. No pretendamos ser mas teólogos que ellos, no opinemos sobre temas candentes sin la ayuda imponderable de la gracia y la luz divina que a nadie se le niega si se pide con humildad, no contribuyamos a la incertidumbre de los espíritus débiles que apenas inician el camino de la perfección y de la unión con Dios y en prosecución de su fin último al que todos estamos llamados antes bien contribuyamos a cerrar el numero de los elegidos en el cielo para que se acaben de una vez por todas las aflicciones que, con mayor ímpetu, caen sobre nuestras almas. Este es, a mi forma de ver el verdadero espíritu de la verdad, y del apostolado actual. Habrá quienes difieran de este criterio respeto siempre y cuando su forma de actuar provenga de la voluntad de cumplir bajo el influjo de la gracia divina, todo lo dicho o hecho fuera de esta norma no lo apruebo y estoy en contra de ello.

Sigamos con Santo tomas:
Probablemente el principal de los ángeles que pecaron era el más perfecto de todos los ángeles.

Respecto a esto debemos atender exclusivamente al motivo que los indujo a pecar. Y si este fue la propia perfección y excelencia, esta era mayor en el Ángel más perfecto que los otros, por donde es verosímil que fuese el principal en pecar.

“En el pecado se deben considerar dos cosas: LA PROPENCIÓN AL PECADO Y EL MOTIVO DE PECAR. Si en el ángel se considera la PROPENCIÓN al pecado, más bien parece que pecaron los inferiores y no los superiores, y por esto dice el Damasceno que el mayor de los que pecaron fue el que precedía al orden terrestre. Y esta opinión parece afín con otra de los platónicos, según lo refiere San Agustín en de trinitate, quienes decían que los dioses son todos buenos, y los demonios, en cambio, unos son buenos y unos son malos (errores que hoy en el vulgo se difunden actualmente ya de broma o serio, no así en los “teólogos modernistas” quienes van más allá negando la existencia del demonio)advirtiendo que llamaban dioses a las sustancias intelectuales que están por encima del globo de la luna, y demonios a las sustancias intelectuales que están debajo, aunque superiores a los hombres en el orden de la naturaleza. Y no hay motivo para desechar esa opinión como contraria a la fe, ya que Dios administra todas las criaturas corporales por medio de los Ángeles, como dice San Agustín. Y, por consiguiente, nada impide decir que los anteles inferiores están destinados por disposición divina para administrar los cuerpos superiores y los supremos, para asistir delante de Dios. Y por eso dice San Juan Damasceno que los que pecaron fueron los inferiores, aunque en aquel orden inferior quedaron fieles algunos ángeles buenos. (El paganismo clásico o aquel que prevaleció en todos los pueblos antes de la venida de Nuestro Señor se les puede comprender porque no conocían la verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo, por tal razón cayeron en esos excesos que el Apóstol de las gentes nos señala en sus epístolas. Mas después de la gloriosa venida del Salvador y que el mundo ya ha recibido la buena nueva hasta los más remotos confines de la tierra, no podemos aceptar y mucho menos tomar como referencia espiritual por no cumplir con el fin teológico esas “doctrinas” y costumbres paganas como complementarias a la religión católica como que si esta última no hubiese sido totalmente enriquecida por su divino Maestro y “algo” le hiciera falta. Lo que es peor aun que se pondere en mucho a esos escritores como que son contribuyentes al “enriquecimiento” de la doctrina católica, me refiero más concretamente a las famosas obras de Tolkins y a las Crónicas de Narnia entre otras del mismo estilo que contradicen la doctrina del Angélico dejando de lado la divina revelación gracias a los “teólogos de hoy en día”. Que sean aceptados como una distracción no me parece mal, pero que sean considerados como que en algo contribuyen a la verdadera doctrina lo considero aberrante).

Si, en cambio, se considera el motivo de pecar, hallaremos que es mayor en los superiores que en los inferiores. En efecto, según hemos visto, el pecado de los demonios fue el de soberbia, cuyo motivo es la excelencia, que poseyeron en mayor grado los superiores que los inferiores, y por esto dice San Gregorio: que el que pecó fue el supremo entre todos.
Y esto parece ser lo más probable. El pecado del ángel no procedió de ninguna propensión, sino solo de su libre albedrío, y, por tanto, parece que preferentemente se ha de tomar en cuenta el motivo de pecar.
Si el pecado del primer Ángel fue la causa de que los otros pecasen.
Santo tomas se plantea cuestión porque antes que nada corresponde a su sistema teológico ver las posibilidades contrarias  a lo que posteriormente va a refutar y en este caso considera como dificultad de que por el pecado del primer ángel no haya sido la causa de que otros pecaron y la formula de la siguiente manera: “La causa es anterior al efecto. Pero como dice el Damasceno, los Ángeles pecaron todos a la vez. Luego el pecado de uno no fue la causa de que otros pecasen (Causa-efecto ej: el sol nos calienta no porque los rayos del sol sean la causa sino por el fuego que se encuentra en el mismo sol, lo primero es el efecto y lo segundo es la causa).
A lo que responde el Doctor Angélico: En el libro del Apocalipsis se dice que el dragón (Lucifer) arrastró tras de sí la tercera parte de las estrellas.

Por lo tanto el pecado del primer ángel fue la causa de pecar, no coactiva, (como obligados a pecar) sino a modo de acción persuasiva (aquí vemos al primer mal orador, seria demagógico el demonio en su primer discurso frente a los demás Ángeles que se revelaron?) Un indicio de esto lo tenemos en que los demonios están sujetos a aquel primer rebelde, como claramente se ve por lo que dice el Señor en San Mateo: “Id, malditos, al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles (argumento fehaciente de la eternidad el fuego del infierno en contra de quienes ahora opinan lo contrario basados en sentimientos más que en la verdad) y esto porque en el orden de la divina justicia está dispuesto que, si alguno consciente en la culpa por sugestión de otro, queda en castigo sujeto a su poder, conforme a lo que dice San Pedro: “Cada cual es esclavo del que triunfo de el”