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martes, 24 de febrero de 2015

MEDITACIONES: Martes primero de Cuaresma


Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

De la doctrina del Evangelio

   El Evangelio refiere cómo Cristo entró en el templo con aplausos y alabanzas, y echó con imperio a los que le profanaban, fue envidiado de los sacerdotes, y dejándolos se volvió a Betania.

   Punto I.- Considera la honra que trae consigo la virtud, y cómo es aplaudida no solamente de Dios sino de los hombres, como se vio en Cristo nuestro Señor, y cobra nueva estima de  los buenos, estando siempre de su parte; gózate de los aplausos de Cristo, y júntate con  los que le bendicen, clamando con ellos: Bendito sea el Señor y el Salvador, que viene a traernos la salud en el nombre de Dios. ¡Oh Salvador del mundo!¡Oh Hijo de David! ¡Oh Libertador de los presos! ¡Oh Redentor de los cautivos! No me dejéis en las prisiones, tened misericordia de mí, y que mi alma sienta  los efectos de vuestra redención.

   Punto II.- Considera cómo no se aprovechó de los aplausos para estimación suya, sino para ampliar la gloria de Dios, mirando por su honra y su gloria, sanando los enfermos que se acercaron a Él en aquella ocasión. Aprende tú a no envanecerte con los tuyos ni a tomar ocasión de las alabanzas de los otros, sino para mayor humildad y hacer bien a todos a ejemplo del Salvador.

   Punto III.- Mira a Cristo, con santo celo de la gloria de Su Eterno Padre, entrar en el templo, y siendo la misma mansedumbre, usar de rigor con los que le profanaban comprando y vendiendo, y haciendo la casa de oración casa de negociación. Aprende del celo de Cristo a celar Su honra y gloria, y entra dentro de ti  mismo y purifica el templo de tu corazón de todas las ocupaciones seculares y vanas que le profanan y no le dejan entregarse todo a Dios nuestro Señor.

   Punto IV.- Considera la envidia y contradicción de los fariseos que se opusieron a los que obraba el Salvador, y cómo los dejó y se fue a Betania, que se interpreta casa de obediencia, y  no te turbes si por las buenas obras que hicieres se levantaren contra ti enemigos; más a ejemplo de Cristo persevera en el bien comenzado, y lleva hasta el final las obras del Señor, y ruégale que no te deje ni se aparte de ti como de estos envidiosos y calumniadores fariseos en pena de sus pecados.