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viernes, 31 de julio de 2015

Carta de una católica respecto a la sobrerreacción de algunos medios respecto a lo dicho por monseñor Williamson




“...No estamos muy preparados como un sacerdote pero de manera sencilla y personal le comparto nuestro modo de ver…”

“ Hay mucha gente merodeando a Monseñor Williamson, la verdad siempre será atacada y están viendo con lupa de muchísimo aumento en qué se equivoca o de dónde se pueden agarrar para atacar a nuestro querido Obispo Monseñor Williamson,  lo quieren desprestigiar a como dé lugar.

El video yo misma lo oí, y creemos que Monseñor trata de decir que todavía hay cosas buenas en los modernos pues a pesar de los cambios Nuestro Señor todavía dispensa gracias extraordinarias a las personas, (son extraordinarias, pero Dios es todopoderoso y ve los corazones buenos, sencillos que lo aman y no saben de crisis y demás ).

   Pensamos que Monseñor se refería al caso de los católicos que no saben nada de la crisis, que tienen buena voluntad, que van a la única Misa que piensan es la católica, que rezan su Rosario, etc. quizás Usted vivió algo  parecido, mire, yo vivo en una comunidad muy pequeñita, hay trabajadores muy pobres, muy honrados, muy devotos que asisten cada domingo a misa, que rezan su rosario pero que no saben nada de la crisis, nada de los cambios, nada de las herejías, etc. Comprendo muy bien a Monseñor y además lo he constatado que Nuestro Señor ama también a esas almas, se portan como católicos y Dios mismo les va descubriendo cosas a su alcance, por ejemplo, a  mí me han dicho : Oiga a mi no me gusta que me de la comunión una mujer, o el vecino que es así o asá, etc. yo sólo me formo en la fila donde la dá el sacerdote.

O por ejemplo, me han dicho, oiga que cree me dijo el Padre que puedo comulgar sin confesarme, que dará absolución global, yo así no me siento a gusto, me dicen y no comulgo hasta que me confiese; y así muchos ejemplos le podré decir, a esa gente Dios también les da gracias pues el medio en el que viven, la ignorancia en la que están, la falta de recursos para por ejemplo ir a misa muy lejos etc. Dios les compensa, los protege, permite que reciban buenos consejos de un padre modernista, por ejemplo. 

Pero recordemos que al que Dios le da poco, le pedirá poco.
A quien le da mucho, le pedirá estrecha cuenta. ¡Dulce responsabilidad! me decía una persona que por gracia de Dios conoció la Tradición y que cambió su vida por completo, vestía pantalón, inmodesta, etc. etc. y ahora es una persona diferente.

Los que ya tienen conocimiento profundo de la crisis, ya sea porque Dios  mismo los premia y los conduce, los contacta, les descubre etc. ya no podrán jugar con voy aquí cuando pueda voy allá, etc. ya hay una responsabilidad, si Dios en su infinita bondad nos escogió para estar  en el camino verdadero de la vida, pues adelante, con todas las dificultades que esto implica pero con las gracias tremendas que desafortunadamente no tendrán los demás en la misma medida, no sé si me explique.

Así que yo creo meditando las cosas,  no debemos mal interpretar lo que dijo Monseñor, dependió del contexto, de las personas, de la situación particular de aquella mujer.

Yo  pienso que él está firme en la Fe, comprende mejor que nosotros el problema, tiene gracias de Dios que nosotros no tendremos jamás  y le puedo decir que ha sufrido muchísimo, lo han atacado, calumniado, hecho a un lado, minimizado y a él no le importa, sabe que esto va a arreciar, nos ha dicho que debemos estar dispuestos a dar la vida por Nuestro Señor él sabe lo que viene, sabe de historia de la Iglesia, de las profecías, ya lo perdió todo por Dios, créame, así que no tenga pendiente de lo que dicen de el.  Y suponiendo sin conceder si algún día pasara que nos quedáramos sin un buen obispo, Usted cree que Nuestro Señor Jesucristo  nos va a dejar solos? Jamás!!, así tenga que hacer hablar a las piedras nos dirá que debemos hacer. Animo son pruebas fuertes pero que queríamos si esto es el Apocalipsis...


Dios NOS BENDIGA y recuerde que quien reza las 150 Avemarías diarias NUESTRA SEÑORA  NO PERMITIRÁ QUE CAIGA EN LA HEREJIA NI PIERDA SU ALMA…”

jueves, 30 de julio de 2015

UNA OVEJA PIADOSA: Año 1210 Pociúncula Italia


Leyendo la vida de San Francisco e Asís, se admira el imperio que tuvo sobre los animales y aves del cielo, y se reconoce ser un don de los muchos que le fueron otorgados por su insigne santidad y heroicas virtudes.

San Buenaventura refiere, que cierto día estando el Santo en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, una persona tuvo a bien regalarle una ovejita, y la recibió con mucho agradecimiento, porque le complacía ver en ella la imagen de la mansedumbre. Después de recibida, mandó San Francisco a la ovejita que atendiese a las alabanzas que se tributaban a Dios, y no turbase la paz de los religiosos con sus balidos. El animal como si hubiese entendido al Siervo de Dios, Observaba con fidelidad su mandato, pues tan pronto como oía el canto de las divinas alabanzas en el coro, se aquietaba, y si alguna vez se metía en la capilla, quedábase inmoble en un rinconcito sin causar la menor molestia.

Pero lo prodigioso era ver como después del rezo divino si se celebraba el santo sacrificio de la Misa, al tiempo de elevar el sacerdote la sagrada Hostia, la ovejita sin ser enseñada de nadie se ponía de pie e hincaba las rodillas en señal de reverencia a su Señor. San Francisco de Asís murió en el año 1226, y la iglesia le conmemora el día 4 de Octubre.


(San Buenaventura, Vida de San Francisco de Asís)

ARAÑA HORRIBLE: Año 1396, Londres (Inglaterra)


El heresiarca Wiclef ambicionaba la gloria de ser contado entre el numero de los más sabios teólogos de su tiempo, y para llamar la atención del mundo cristiano, que le miró con desprecio, empezó atacando la institución divina de la Iglesia Católica, la autoridad infalible del Papa y el dogma eucarístico de la transubstanciación.

Uno de sus secuaces, zapatero de oficio, fue acusado de hereje y presentado ante el tribunal que presidía el santo arzobispo de Cantorbery, Tomás de Arundell. Preguntándole los del tribunal acerca de la herejía que profesaba, y convertirle a la verdadera fe de la Iglesia Católica, mas todo resulto inútil, porque sostenía pertinazmente que la sagrada Eucaristía no era más que pan bendito. Entonces el Presidente le mando que hiciese reverencia a la Hostia sacrosanta, a lo que respondió el blasfemo: “Verdaderamente tengo por más digna de reverencia una araña que lo que me mandáis adorar”. No bien hubo dicho estas palabras, cuando de lo más alto del techo descendió una grande y horrible araña, llegóse hilo derecho a la boca del blasfemo, porfió para entrarse por ella, y acudiendo mucho de los asistentes para ver si podrían ahuyentarla, apenas pudieron lograrlo. Estaba presente el Príncipe Tomás, duque de Oxone, que entonces era Cancelario de reino, y vio este prodigio. Y el sobredicho Arzobispo, levantándose luego con los demás del tribunal, declaró al pueblo lo que había obrado la mano del Señor, vengándose de aquel blasfemo de la sagrada Eucaristía.

(P, Fr. Tomas Uvaldense. De Sacramentis, tomo 2, capítulo 63.

-       Nicolás Harpsfeld, Historia Vicleffiana, capítulo 18.)


martes, 28 de julio de 2015

Sermón Padre Ruíz 9o Domingo después de Pentecostes: Julio 26 2015

De la consideración de la vida futura



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade


   Punto I.- Mira las lágrimas de Cristo y oye las palabras que salen de su boca, en que da razón de su llanto: si conocieses tú en este día tuyo en que gozas de tanta paz, lo que está ahora escondido de tus ojos; porque vendrán días sobre ti en que te cerquen tus enemigos y te sitien alrededor y te aprieten de manera que te echen por tierra y no dejen en ti piedra sobre piedra y acaben con todos tus hijos, porque no has conocido el tiempo de su visitación. Atiende y ve meditando punto por punto todas las palabras del Redentor. Lo primero, llora tu ceguedad con que no ve los males futuros, ciego con los gustos presentes y ocupada en los intereses y ganancias temporales. ¡Oh, Señor! Y cuánta ocasión tenéis de llorar el día de hoy a tanto número de personas que no se acuerdan de lo porvenir, ocupados en las ganancias presentes, ni levantan los ojos a mirar las calamidades que les amenazan, tomados del vino de los bienes temporales, y como animales inmundos sólo se acuerdan de lo que tienen delante, olvidados de lo porvenir. ¡Oh alma mía! Abre los ojos y no te ciegue el oropel que brilla en las tiendas de este siglo. Mira a lo porvenir, prevén con tiempo los pasos en que puedes caer y la calamidad que te amenaza, porque no te llore el Señor, como a ciego miserable.

   Punto II.- Considera qué calamidad fue la que amenazaba a Jerusalén, y cuál es la que te amenaza a ti, porque según San Gregorio, la que amenazaba a Jerusalén fue la destrucción que padeció de allí a cuarenta años por Tito y Vespaciano que la asolaron y destruyeron, matando y cautivando a todos sus amadores; y la que te amenaza a ti es el infierno para siempre. A Jerusalén cercaron los hombres sus enemigos, a ti te cercarán los demonios, enemigos capitales de tu alma; a Jerusalén la batieron por tierra, a ti te batirán en el infierno; allí cautivaron a los moradores llevándolos a otras tierras, a ti te cautivarán los demonios llevándote a los calabozos eternos; aquel cautiverio tuvo fin y aquella destrucción remedio. ¡Oh si conocieses la calamidad que te amenaza por tus pecados y considerases cuán terrible y espantosa es y te previnieses para no caer en ella! Pídele a Dios luz para conocerla, providencia para evitarla y gracia para trocarla por la felicidad del cielo.

   Punto III.- Considera que llama Cristo a este día suyo de Jerusalén. Presto acabará el tuyo y llegará el de Dios. Tuyo es el que te concede para obrar con tu libre albedrío en lo que por tu voluntad escogieres; y suyo será aquel en que no te dé lugar de obrar más y de acabe el tiempo de merecer. Mira qué rápido pasa todo, y que el tiempo corre como el agua, y la vida como el río, y que ni el agua que pasó vuelve a correr, ni el día pasado volverá más. Este es el día tuyo, Dios te lo da para que obres bien y ganes el cielo, y el que viene será el de Dios en que te pedirá cuenta de todo. Por eso mira cómo vives y qué será de ti en aquel día tremendo del Señor.


   Punto IV.- Considera cómo se lamenta Cristo de la paz en que estaba Jerusalén gozando de sus deleites y entretenimientos, con tanta seguridad y tan sin recelo de lo que le amenazaba, como si no tuviera enemigos ni hubiera dado motivo para tan grande castigo. Llora con Cristo la paz que tienen los hombres con sus pecados el día de hoy, que es su mayor calamidad, pues  ni les remuerde la conciencia, ni les quita el sueño, y estando condenados por sus culpas al infierno, no tienen sentimiento ni cuidan de ello; y la razón es porque no lo piensan y ninguna cosa tienen más olvidada que su fin y paradero, de que más de debieran acordar. Pide al Señor que dé al mundo varones que le despierten y que le avisen y prevengan para su fin, y que no seas tú de los que viven engañados y casados con sus pecados y con sus vicios en paz y tranquilidad.

LA IDOLATRÍA (Padre Ortíz): MONASTERIO BENEDICTINO SAN JOSÉ

lunes, 27 de julio de 2015

FALTA DE FE: Año 1331, Colonia Alemania


Las promesas que el Señor hace a las almas que dignamente le recibe en la Eucaristía son en verdad estupendas y muy consoladoras, por cuyo motivo pone espanto la tremenda responsabilidad y el justo castigo de que se hace reo quien recibe, sin las debidas disposiciones, el Pan de vida eterna.

En el año 1331, en la ciudad de Colonia, como una persona comulgara sin fe en la presencia real de Jesucristo en el Sacramento, experimentó el castigo de no poder tragar la sagrada Hostia, e instigada del demonio la arrojo al suelo. Al momento la Hostia quedo transformada en un pequeño Niño.
Una multitud inmensa fue testigo de este prodigio. Los enfermos que se acercaban a aquel lugar quedaban al punto curados, y la piedad de los fieles hizo se construyera allí mismo una iglesia, en cuyo frontispicio se grabo la inscripción Corpus Christi: “El cuerpo de Jesucristo”.


(P. Cornelio a Làpide, S. J., Tesoros, tomo 2 pág., 114- P. Fr. Alonso de Ribera, O.P. pág. 20)




jueves, 16 de julio de 2015

MEDITACIÓN: GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

   El Sagrado Evangelio contiene una amonestación que hizo Cristo a sus discípulos, persuadiéndoles que se guardasen de los falsos profetas, que venían a ellos con pieles de ovejas y en la verdad eran lobos carniceros, a los cuales habían de reconocer por sus obras y no por sus palabras; porque no es digno de crédito ni del cielo el que solo confiesa a Dios con la boca, sino el que hace su voluntad y la pone por obra.

   Punto I.- Considera lo primero, que Cristo nuestro Señor te encarga que atiendas y cuides de tu alma, y que sea este el primer desvelo de tu corazón, atalayar y mirar con quien tratas y con quien hablas, qué palabras te dicen, qué consejos te dan y qué doctrina te enseñan, no suceda que te engañen y caigas en errores por tu descuido. Atiende también a los pensamientos que llaman a las puertas de tu corazón, porque aunque parezcan buenos al principio, suelen rematar en mal, y muchas veces el demonio se finge ángel de luz para engañar. ¡Oh, Señor! Dadme prudencia y conocimiento de la verdad, y discreción para discernir entre lo bueno y lo malo, y gracia para que siempre vele y nunca me descuide en lo que tanto importa, como es mi alma y tu servicio.

   Punto II.- Considera lo que dice Cristo, que muchos vienen con piel de oveja y en lo interior son lobos carniceros; atiende y considera su tú eres de estos; mira si en lo exterior eres cristiano, y en lo interior pagano e infiel, y aún peor en las costumbres. Mira si tienes nombre y profesión de religioso  o eclesiástico, y en la vida eres peor que muchos seglares que viven mejor que tú, y la tuya no conviene con tu estado; ni lo interior con lo exterior. ¡Oh, pecador! Qué cuenta darás a Dios, que sabe todas tus maldades, y juzgará rectísimamente, y mirará no a lo exterior como los hombres, sino a lo interior del alma y el espíritu en que consiste la verdadera virtud. Piensa esto despacio y pídele a Dios gracia para corregir tu vida, y vivir en lo interior y exterior en sus ojos y conforme a Su Santísima voluntad.

   Punto III.- Considera lo que dice el Salvador, que el hombre se conoce por las obras como el árbol por el fruto. Mira cuáles han sido las tuyas en tu vida y qué frutos hallará en ti el Señor de la viña, cuando venga a recogerlos. Abre los ojos y mira tú pobreza en el acatamiento del Señor, y que en lugar de fruto de buenas obras has dado cardos y espinas de vicios y pecados; llora tu vida pasada y saca de aquí propósitos muy firmes de enmendarla, y de recuperar en lo porvenir lo que has perdido en el pasado.

   Punto IV.- Considera lo que añade el Redentor, que no todos los que le llaman Señor y los que le alaban con la boca, entrarán en el reino de los Cielos, sino los que hacen la voluntad de Su Padre celestial. Pondera la importancia de entrar en el cielo, y qué desgracia sería si fueses excluido de él, y no se permitieran entrar y medita lo que pide el Señor para merecer aquel reino, que es hacer en esta vida Su voluntad. Atiende cuál es la que tienes que cumplir según tu estado y profesión, y resuélvete a ejecutarla con todas las veras posibles sin tardanza. Ofrécete al Señor para hacer en todo y por todo su santa voluntad, desnudándote de la tuya, sin tener otro querer o no querer más que lo que su Divina Majestad quiere o no quiere.

   Considera cómo Cristo te ha plantado en el paraíso de su Iglesia para que des fruto de buenas obras y tú le das de malas; y si mandó arrancar la higuera infructuosa, ¿Qué hará con la espinosa? ¿Qué juicio te espera, y qué sentencia dará contra ti el Señor? Tiembla de sus juicios y de la cuenta que te ha de pedir de tus obras, y ruégale con lágrimas que te de tiempo y gracia para mejorarlas.

lunes, 13 de julio de 2015

GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS: SERMÓN R.P. RAFAEL OSB

Tres lugares comunes de las leyendas negras: Por Antonio Caponnetto


Introducción


La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza. De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira. No es sólo, pues, una insuficiencia histórica o científica la que explica la cantidad de imposturas lanzadas al ruedo. Es un odium fidei alimentado en el rencor ideológico. Un desamor fatal contra todo lo que lleve el signo de la Cruz y de la Espada.

 Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.


El despojo de la tierra

Se dice en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto típico de rapacidad imperialista.

Llama la atención que, contraviniendo las tesis leninistas, se haga surgir al Imperialismo a fines del siglo XV. Y sorprende asimismo el celo manifestado en la defensa de la propiedad privada individual. Pero el marxismo nos tiene acostumbrados a estas contradicciones y sobre todo, a su apelación a la conciencia cristiana para obtener solidaridades. Porque, en efecto, sin la apelación a la conciencia cristiana —que entiende la propiedad privada como un derecho inherente de las criaturas, y sólo ante el cual el presunto despojo sería reprobable— ¿a qué viene tanto afán privatista y posesionista? No hay respuesta. 

La verdad es que antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma, y el saqueo y el despojo las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición, mutilaciones evidentes y distintivos oprobiosos. Una "justicia" claramente discriminatoria, distinguía entre pudientes y esclavos en desmedro de los últimos y no son éstos, datos entresacados de las crónicas hispanas, sino de las protestas del mismo Carlos Marx en sus estudios sobre "Formaciones Económicas Precapitalistas y Acumulación Originaria del Capital". Y de comentaristas insospechados de hispanofilia como Eric Hobsbawn, Roberto Oliveros Maqueo o Pierre Chaunu. 

La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles —mayas, incas y aztecas— lo eran a expensas de otros dueños a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue ésta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes —carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera— se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento. Y la verdad, al fin, es que sólo a partir de la Conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos.


 Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria— la que funda la posesión territorial en las más altos razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular.

Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque pese a tantas fábulas indoctas, la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Bien lo ha demostrado hace ya tiempo Silvio Zavala, en un estudio exhaustivo, que no encargó ninguna "internacional reaccionaria", sino la Fundación Judía Guggenheim, con sede en Nueva York. Y bien queda probado en infinidad de documentos que sólo son desconocidos para los artífices de las leyendas negras. 

          Por la encomienda, el indio poseía tierras particulares y colectivas sin que pudieran arrebatárselas impunemente. Por la encomienda organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al Rey —que renunciaba a ellos— sino a los Conquistadores. A quienes no les significó ningún enriquecimiento descontrolado y si en cambio, bastantes dolores de cabeza, como surgen de los testimonios de Antonio de Mendoza o de Cristóbal Alvarez de Carvajal y de innumerables jueces de audiencias.

Como bien ha notado el mismo Ramón Carande en "Carlos V y sus banqueros", eran tan férrea la protección a los indios y tan grande la incertidumbre económica para los encomenderos, que América no fue una colonia de repoblación para que todos vinieran a enriquecerse fácilmente. Pues una empresa difícil y esforzada, con luces y sombras, con probos y pícaros, pero con un testimonio que hasta hoy no han podido tumbar las monsergas indigenistas: el de la gratitud de los naturales. Gratitud que quien tenga la honestidad de constatar y de seguir en sus expresiones artísticas, religiosas y culturales, no podrá dejar de reconocer objetivamente.

 No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios estados tribales, la que los guarda bajo una justicia humana y divina, la que Ios pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos Y esto también ha sido reconocido por historiógrafos no hispanistas.

 Es España, en definitiva, la que rehabilita la potestad India a sus dominios, y si se estudia el cómo y el cuándo esta potestad se debilita y vulnera, no se encontrará detrás a la conquista ni a la evangelización ni al descubrimiento, sino a las administraciones liberales y masónicas que traicionaron el sentido misional de aquella gesta gloriosa. No se encontrará a los Reyes Católicos, ni a Carlos V, ni a Felipe II. Ni a los conquistadores, ni a los encomenderos, ni a los adelantados, ni a los frailes. Sino a los enmandilados borbones iluministas y a sus epígonos, que vienen desarraigando a América y reduciéndola a la colonia que no fue nunca en tiempos del Imperio Hispánico.


La sed de Oro

Se dice, en segundo lugar, que la llegada y la presencia hispánica no tuvo otro fin superior al fin económico; concretamente, al propósito de quedarse con Ios metales preciosos americanos. Y aquí el marxismo vuelve a brindarnos otra aporía. Porque sí nosotros plantamos la existencia de móviles superiores, somos acusados de angelistas, pero si ellos ven sólo ángeles caídos adoradores de Mammon se escandalizan con rubor de querubines. Si la economía determina a la historia y la lucha de clases y de intereses es su motor interno; si los hombres no son más que elaboraciones químicas transmutadas, puestos para el disfrute terreno, sin premios ni castigos ulteriores, ¿a qué viene esta nueva apelación a la filantropía y a la caridad entre naciones.

Únicamente la conciencia cristiana puede reprobar coherentemente -y reprueba- semejantes tropelías. Pero la queja no cabe en nombre del materialismo dialéctico. La admitimos con fuerza mirando el tiempo sub specie aeternitatis. Carece de sentido en el historicismo sub lumine oppresiones. Es reproche y protesta si sabemos al hombre "portador de valores eternos", como decía José Antonio, u homo viator, como decían los Padres. Es fría e irreprochable lógica si no cesamos de concebirlo como homo aeconomicus.

Pero aclaremos un poco mejor las cosas.
Digamos ante todo que no hay razón para ocultar los propósitos económicos de la conquista española. No sólo porque existieron sino porque fueron lícitos. El fin de la ganancia en una empresa en la que se ha invertido y arriesgado y trabajado incansablemente, no está reñido con la moral cristiana ni con el orden natural de las operaciones. Lo malo es, justamente, cuando apartadas del sentido cristiano, las personas y las naciones anteponen las razones financieras a cualquier otra, las exacerban en desmedro de los bienes honestos y proceden con métodos viles para obtener riquezas materiales.

Pero éstas son, nada menos, las enseñanzas y las prevenciones continuas de la Iglesia Católica en España. Por eso se repudiaban y se amonestaban las prácticas agiotistas y usureras, el préstamo a interés, la "cría del dinero", las ganancias malhabidas. Por eso, se instaba a compensaciones y reparaciones postreras —que tuvieron lugar en infinidad de casos—; y por eso, sobre todo, se discriminaban las actividades bursátiles y financieras como sospechosas de anticatolicismo.

No somos nosotros quienes lo notamos. Son los historiógrafos materialistas quienes han lanzado esta formidable y certera "acusación" ni España ni los países católicos fueron capaces de fomentar el capitalismo por sus prejuicios antiprotestantes y antirabínicos. La ética calvinista y judaica, en cambio, habría conducido como en tantas partes, a la prosperidad y al desarrollo, si Austrias y Augsburgos hubiesen dejado de lado sus hábitos medievales y ultramontanos. De lo que viene a resultar una nueva contradicción. España sería muy mala porque llamándose católica buscaba el oro y la plata. Pero sería después más mala por causa de su catolicismo que la inhabilitó para volverse próspera y la condujo a una decadencia irremisible.

 Tal es, en síntesis, lo que vino a decirnos Hamilton —pese a sí mismo hacia 1926, con su tesis sobre "Tesoro Americano y el florecimiento del Capitalismo". Y después de él, corroborándolo o rectificándolo parcialmente, autores como Vilar, Simiand, Braudel, Nef, Hobsbawn, Mouesnier o el citado Carande. El oro y la plata salidos de América (nunca se dice que en pago a mercancías, productos y materiales que llegaban de la Península) no sirvieron para enriquecer a España, sino para integrar el circuito capitalista europeo, usufructuado principalmente por Gran Bretaña.

Los fabricantes de leyendas negras, que vuelven y revuelven constantemente sobre la sed de oro como fin determinante de la Conquista, deberían explicar, también, por qué España llega, permanece y se instala no solo en zonas de explotación minera, sino en territorios inhóspitos y agrestes. Porque no se abandonó rápidamente la empresa si recién en la segunda mitad del siglo XVI se descubren las minas más ricas, como las de Potosí, Zacatecas o Guanajuato. Por qué la condición de los indígenas americanos era notablemente superior a la del proletariado europeo esclavizado por el capitalismo, como lo han reconocido observadores nada hispanistas como Humboldt o Dobb, o Chaunu, o el mercader inglés Nehry Hawks, condenado al destierro por la Inquisición en 1751 y reacio por cierto a las loas españolistas. Por qué pudo decir Bravo Duarte que toda América fue beneficiada por la Minería, y no así la Corona Española. Por qué, en síntesis —y no vemos argumento de mayor sentido común y por ende de mayor robustez metafísica—, si sólo contaba el oro, no es únicamente un mercado negrero o una enorme plaza financiera lo que ha quedado como testimonio de la acción de España en América, sino un conglomerado de naciones ricas en Fe y en Espíritu.

El efecto contiene y muestra la causa: éste es el argumento decisivo. Por eso, no escribimos estas líneas desde una Cartago sudamericana amparada en Moloch y Baal, sino desde la Ciudad nombrada de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, por las voces egregias de sus héroes fundadores.


El genocidio indígena

Se dice, finalmente, en consonancia con lo anterior, que la Conquista —caracterizada por el saqueo y el robo— produjo un genocidio aborigen, condenable en nombre de las sempiternas leyes de la humanidad que rigen los destinos de las naciones civilizadas. 

Pero tales leyes, al parecer, no cuentan en dos casos a la hora de evaluar los crímenes masivos cometidos por los indios dominantes sobre los dominados, antes de la llegada de los españoles; ni a la hora de evaluar las purgas stalinistas o las iniciativas malthussianas de las potencias liberales. De ambos casos, el primero es realmente curioso. Porque es tan inocultable la evidencia, que los mismos autores indigenistas no pueden callarla. Sólo en un día del año 1487 se sacrificaron 2.000 jóvenes inaugurando el gran templo azteca del que da cuenta el códice indio Telleriano-Remensis. 250.000 víctimas anuales es el número que trae para el siglo XV Jan Gehorsam en su artículo "Hambre divina de los aztecas". Veinte mil, en sólo dos años de construcción de la gran pirámide de Huitzilopochtli, apunta Von Hagen, incontables los tragados por las llamadas guerras floridas y el canibalismo, según cuenta Halcro Ferguson, y hasta el mismísimo Jacques Soustelle reconoce que la hecatombe demográfica era tal que si no hubiesen llegado los españoles el holocausto hubiese sido inevitable.

Pero, ¿qué dicen estos constatadores inevitables de estadísticas mortuorias prehispánicas? Algo muy sencillo: se trataba de espíritus trascendentes que cumplían así con sus liturgias y ritos arcaicos. Son sacrificios de "una belleza bárbara" nos consolará Vaillant. "No debemos tratar de explicar esta actitud en términos morales", nos tranquiliza Von Hagen y el teólogo Enrique Dussel hará su lectura liberacionista y cósmica para que todos nos aggiornemos. Está claro: si matan los españoles son verdugos insaciables cebados en las Cruzadas y en la lucha contra el moro, si matan los indios, son dulces y sencillas ovejas lascasianas que expresaban la belleza bárbara de sus ritos telúricos. Si mata España es genocidio; si matan los indios se llama "amenaza de desequilibrio demográfico".

La verdad es que España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida; el derrumbe de la población indígena —y que nadie niega— no está ligado a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio microbiano. La verdad es que la acusación homicida como causal de despoblación, no resiste las investigaciones serias de autores como Nicolás Sánchez Albornoz, José Luís Moreno, Angel Rosemblat o Rolando Mellafé, que no pertenecen precisamente a escuelas hispanófilas.

 La verdad es que "los indios de América", dice Pierre Chaunu, "no sucumbieron bajo los golpes de las espadas de acero de Toledo, sino bajo el choque microbiano y viral", la verdad —¡cuántas veces habrá que reiterarlo en estos tiempos!— es que se manejan cifras con una ligereza frívola, sin los análisis cualitativos básicos, ni los recaudos elementales de las disciplinas estadísticas ligadas a la historia.

La verdad incluso —para decirlo todo— es que hasta las mitas, los repartimientos y las encomiendas, lejos de ser causa de despoblación, son antídotos que se aplican para evitarla. Porque aquí no estamos negando que la demografía indígena padeció circunstancialmente una baja. Estamos negando, sí, y enfáticamente, que tal merma haya sido producida por un plan genocida. 

Es más si se compara con la América anglosajona, donde los pocos indios que quedan no proceden de las zonas por ellos colonizados -¿dónde están los indios de Nueva Inglaterra?- sino los habitantes de los territorios comprados a España o usurpados a Méjico. Ni despojo de territorios, ni sed de oro, ni matanzas en masa. Un encuentro providencial de dos mundos, aunque no con simetría axiológica. Encuentro en el que, al margen de todos los aspectos traumáticos que gusten recalcarse, uno de esos mundos, el Viejo, gloriosamente encarnado por la Hispanidad, tuvo el enorme mérito de traerle al otro nociones que no conocía sobre la dignidad de la criatura hecha a imagen y semejanza del Creador. Esas nociones, patrimonio de la Cristiandad difundidas por sabios eminentes, no fueron letra muerta ni objeto de violación constante. Fueron el verdadero programa de vida, el genuino plan salvífico por el que la Hispanidad luchó en tres siglos largos de descubrimiento, evangelización y civilización abnegados. 

Y si la espada, como quería Peguy, tuvo que ser muchas veces la que midió con sangre el espacio sobre el cual el arado pudiese después abrir el surco; y si la guerra justa tuvo que ser el preludio del canto de la paz, y el paso implacable de los guerreros de Cristo el doloroso medio necesario para esparcir el Agua del Bautismo, no se hacía otra cosa más que ratificar lo que anunciaba el apóstol: sin efusión de sangre no hay redención ninguna.
La Hispanidad de Isabel y de Fernando, la del yugo y las flechas prefiguradas desde entonces para ser emblema de Cruzada, no llegó a estas tierras con el morbo del crimen y el sadismo del atropello. No se llegó para hacer víctimas, sino para ofrecernos, en medio de las peores idolatrías, a la Víctima Inmolada, que desde el trono de la Cruzreina sobre los pueblos de este lado y del otro del océano temible.

domingo, 12 de julio de 2015

¿Qué cosa es el santo celo?

¿Qué cosa es el celo? Es un puro y sincero deseo de la gloria de Dios, que nos hace sufrir con impaciencia todo cuanto se opone a ella, y que nos mueve a impedirlo, o a repararla.


Adelante Católicos cristeros  contrarrevolucionarios vayamos con Cristo y muramos por Cristo!!





martes, 7 de julio de 2015

DOMINGO SEXTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS (Bogotá, año 2015) R. P. FERNANDO ALTAMIRA


Queridos hijos: Tenemos un fragmento de Romanos para la Misa de hoy, carta de San Pablo probablemente escrita desde Corinto para preparar su apostolado en Roma. El fragmento de la Misa es sobre la simbología y los efectos del Bautismo en relación a la Pasión y Resurrección de Cristo, y la aplicación, por extensión, a la actitud del católico frente a la vida, a la actitud del católico PARA TODA SU VIDA.

  Comenzamos con unos versículos anteriores al texto de la Misa: (capítulo 5) 20… Ubi autem abundavit delictum (donde abundó el pecado), superabundavit gratia (sobreabundó la gracia)… (cap 6) 1 Quid ergo dicemus? (¿Qué diremos por lo tanto?) Permanebimus in peccato ut gratia abundet? (¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia?). 2 Absit (De ninguna manera). Qui enim mortui sumus peccato, quomodo adhuc vivemus in illo? (Pues quienes hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?).

 Ahora la Misa: 3 An ignoratis quia quicumque baptizati sumus in Christo Jesu, in morte ipsius baptizati sumus? (¿Acaso ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, en su muerte hemos sido bautizados (en su muerte hemos sido limpiados)?). 4 Consepulti enim sumus cum illo per baptismum in mortem (Hemos sido CONsepultados con Él, por el Bautismo, en la muerte): ut quomodo Christus surrexit a mortuis per gloriam Patris, ita et nos in novitate vitæ ambulemus (para que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros ambulemos en novedad de vida –ambulemos o tengamos una nueva vida-). San Pablo en estos versículos se expresa sobre la Pasión y Resurrección de Nuestro Señor EN PARALELO con los efectos del Bautismo, y cómo tiene que ser nuestra vida a partir de allí. EL BAUTISMO ES UNA MUERTE MÍSTICA (al pecado, a las cosas mundanas; mundo, demonio y carne). El antiguo Bautismo por inmersión ayudaba a entender esta simbología, pues el bautizando debía ser sumergido (“enterrado”) en el agua, símbolo de su muerte y de su sepultura (como Cristo murió y fue sepultado); y luego “emergía” del agua, símbolo de la Resurrección, resurrección a una nueva vida, a vivir una nueva vida, la de la gracia santificante en el alma: Estar en paz con Dios.

 5 Si enim complantati facti sumus similitudini mortis ejus (Si pues hemos sido CONplantados –injertados- en la semejanza de su muerte -en la semejanza de la muerte de Cristo-): simul et resurrectionis erimus (igualmente lo seremos –en la semejanza- de su Resurrección). 6 Hoc scientes, quia vetus homo noster simul crucifixus est, ut destruatur corpus peccati, et ultra non serviamus peccato (Sabiendo esto: que nuestro viejo hombre ha sido crucificado de la misma manera –“simul”-, para que sea destruido el cuerpo de pecado, y no sirvamos ya más al pecado). 7 Qui enim mortuus est, justificatus est a peccato (Pues el que ha muerto, está justificado del pecado). 8 Si autem mortui sumus cum Christo, credimus quia simul etiam vivemus cum Christo (Si hemos muerto con Cristo, asimismo creemos que también viviremos con Cristo), (sigue aquí el versículo 9)…

Es decir: Si, pues, hemos sido CON-PLANTADOS (injertados) en Cristo, por el Bautismo, en la semejanza de su muerte, también lo hemos sido para semejanza de su Resurrección. San Pablo está hablando de la INCORPORACIÓN A CRISTO a través del Bautismo, de la asimilación a Cristo, la Cabeza del “Cuerpo Místico” que es la Iglesia Católica, lo que hará –o debe hacer- que reproduzcamos en nosotros su vida y sacrificio de la Cruz, pero que – también como en Él- terminará en resurrección gloriosa, si somos fieles. Dice el texto semejanza en su muerte para tener semejanza en su Resurrección, pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado para que no sirvamos ya más al pecado... Por el Bautismo somos INCORPORADOS a Cristo, por el Bautismo empezamos a ser católicos. De la INCORPORACIÓN A CRISTO, surge la necesidad de luchar contra el pecado y lo que lleva a él (las pasiones desordenadas, los malos deseos, los malos impulsos, las malas inclinaciones).


 Sí: Luchar contra eso; PERO: Luchar, en última instancia, para conservar y desarrollar esa NUEVA VIDA DE LA GRACIA SANTIFICANTE, el ser hijos de Dios, lo que hemos adquirido al ser bautizados. Es decir que la finalidad de esa lucha contra el pecado es la conservación y el desarrollo de la vida de Dios en nosotros. Es la misma invitación que nos hacían las tan breves y tan hermosas epístolas de Pascua. Una de ellas: (I Cor 5,7-8) Hermanos expurgad el antiguo fermento (Fratres: Expurgate vetus fermentum) para que seáis una nueva masa (nova conspersio), como ázimos que sois -sicut estis et ázymi- (algo puro, ázimos, algo para Dios, sin corrupción, sin levadura de corrupción, la cual es principalmente el pecado mortal). Pues Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado (Étenim Pascha nostrum immolatus est Christus). Por lo tanto hagamos un banquete y nos alegremos (Itaque epulémur): no con el viejo fermento (non in ferménto véteri) (no con el viejo estilo de vida, no con nuestros pecados), ni con fermento de malicia ni de una vida viciosa –de perversidad- (neque in ferménto malitiae et nequitiae), sino con ázimos de sinceridad y de verdad (sed in ázymis sinceritatis et veritatis).

  Volviendo a la epístola de hoy: 9 scientes quod Christus resurgens ex mortuis jam non moritur (sabiendo que Cristo, resucitando de entre los muertos, ya no muere): mors illi ultra non dominabitur (la muerte ya no lo dominará más). 10 Quod enim mortuus est peccato, mortuus est semel (Lo que ha muerto al pecado, ha muerto de una vez para siempre): quod autem vivit, vivit Deo (pero lo que vive –por la gracia santificante- ¡para Dios vive!).

 Así como Cristo, una vez que resucitó de entre los muertos, ya no muere: Así, lo que ha muerto al pecado, ha muerto de una vez para siempre al pecado: Es decir, “nosotros”, muertos al pecado por el Bautismo, por la incorporación a Cristo, por las promesas del Bautismo, por la vida que hemos adquirido, hemos muerto –o “debemos” morir- de una vez por todas al pecado. Y “lo que vive”, por la gracia santificante en nuestras almas, ¡para Dios vive!, ¡para Dios debe vivir! 11 Ita et vos existimate vos mortuos quidem esse peccato (Así, vosotros consideraos “estar muertos” sin duda al pecado), viventes autem Deo (pero vivos para Dios), in Christo Jesu Domino nostro (en Cristo Jesús, Señor nuestro). ¡Qué palabras hermosas!

  Relacionado con lo que venimos diciendo: Nuestro Señor fue “varón de dolores”, a Él debemos asimilarnos (semejantes a Él en su Crucifixión, Pasión y Muerte), para terminar en la Resurrección o premio, como Él. Existe en nosotros una tendencia al pecado, la cual puede destruir la unión con Dios, la gracia santificante, la nueva vida. De aquí la necesidad de la MORTIFICACIÓN para llegar a la Gloria del Cielo. Como les dijo Nuestro Señor a los discípulos de Emaús: Que el Cristo (y nosotros) padeciese… Y ASÍ entrase en su Gloria. (Gálatas 5,17) “La carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne… a fin de que no hagáis cuanto queráis”.

Hay también un hermoso texto donde San Pablo expresa su queja por las malas tendencias al pecado que percibe dentro suyo y que todos tenemos: (Rom 7,14ss) Sabemos que la Ley es espiritual, mas yo soy carnal, /// vendido bajo el pecado... /// No hago lo bueno que quiero, sino lo malo que aborrezco, ESO HAGO... /// No habita en mí, esto es en mi carne, lo bueno, /// porque está en mí el querer lo bueno, PERO NO ALCANZO A HACERLO. /// Porque lo bueno que quiero, no lo hago; /// sino lo malo --que no quiero-- ESO HAGO. /// Así, queriendo yo hacer el bien, hallo una ley: EL MAL RESIDE EN MÍ (lo llevamos dentro en la forma de malas tendencias, impulsos, inclinaciones). /// Me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior; pero veo otra ley en mis miembros que repugna a la Ley del Espíritu, Y ME ESCLAVIZA en la ley del pecado... /// ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?: LA GRACIA DE DIOS... ¡Qué palabras tan hermosas! La Gracia de Dios. Ella es la única solución

 Terminamos con la otra epístola de Pascua (de la Vigilia): (Col 3,1-4) “Fratres: Si consurrexistis cum Christo (Hermanos: Si habéis CON-resucitado con Cristo), quae sursum sunt quaérite (¡buscad las cosas de arriba!)… quae sursum sunt sápite (¡saboread las cosas de arriba!), non quae super terram (¡no las de la tierra!)… Vita vestra est abscóndita cum Christo in Deo: Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 

AVE MARÍA PURÍSIMA.

domingo, 5 de julio de 2015

Sermón san Pedro y san Pablo (30 años de sacerdocio): RP Hugo Ruíz

CONFERENCIA DEL PADRE GRUNER (EXTRACTO): Sobre la necesidad de resistir!!



  “… La primera preocupación de todo Católico es salvar el alma,  nuestra salvación personal. Sin embargo, no es sólo mi propia salvación la que está en peligro. Es la salvación de mi hermano, de mi hermana, de mis parientes, amigos y de todos aquellos a mí alrededor.

   Debemos estar en guardia. La pereza es uno de los pecados de nuestra época. Hoy en día la gente no se da cuenta de la necesidad de resistir.

    Quizás hayan escuchado la historia del Santo Cura de Ars. Un día un hombre llegó a confesarse con él, y regresó al día siguiente a escuchar la  Santa Misa y se le acerca el Santo Cura de Ars y le dice: -Usted debe ir a confesarse. El hombre le responde: -Padre, ayer me confesé con Usted, y Santo Cura de Ars vuelve a decirle: -Usted debe ir a confesarse. Este era un hombre piadoso que asistía a misa todos los días, y el Santo Cura de Ars le estaba diciendo que tenía que regresar a confesarse otra vez. ¿Qué había hecho? Lo que sucedió fue que él había sido invitado a una reunión social con sus amigos del vecindario y tuvieron una sesión de espiritismo. Él no sabía que iban a hacer eso. Él no participó en esta sesión de espiritismo, sabía que era algo malo, que es básicamente un  llamado al demonio, entonces, ¿cuál fue su pecado? El Santo Cura le dijo: -Usted no resistió. Eso, fue pecado.

   Yo mismo me encontré en esas circunstancias un día, hace 30 o 40 años, nunca esperé encontrarme en una reunión de esas, yo era el mayor entre todas las personas presentes, mis primos me invitaron. La familia estaba en la planta alta, y en la planta baja donde yo estaba empezaron a jugar ese “juego” de espiritismo. El líder del juego elegiría a una persona que al tocarla debía flotar como una pluma. Yo pretendía ver la televisión mientras escuchaba lo que el líder decía que pensaba hacer. Y recordé la historia del Santo Cura de Ars que decía que debemos resistir. Así que, no dije nada,  pero me sonó que lo que pensaba hacer el líder era algo más allá de lo natural,  San Alfonso nos da una regla que dice que todas las cosas suceden o por la intervención directa de Dios, o por causas naturales, o por causas diabólicas. Cuando Dios actúa, siempre actúa por un propósito, Él no lo hace para dar un show mágico, tiene otras intenciones cuando quiere hacer un milagro. Ya que no era un contexto religioso, y como me pareció que era algo más allá de las causas naturales, pensé que podría ser algo diabólico, así que empecé a rezar AveMarías, y le pedí a la Santísima Virgen: si esto no es de Dios,  no permitas que esto suceda. El líder trató durante 45 minutos y en vano. Después me platicaron  que el líder siempre había tenido éxito inmediato, pero como yo estaba ahí, y debido a que recé las AveMarías, pidiéndole a Nuestra Señora (Rev. Padre Gruner se conmueve hasta las lágrimas) el líder falló. Creo que el Santo Cura de Ars no me hubiera acusado de no resistir. Aquí lo importante que tenemos que aprender es que no sólo debemos ser participantes o no participantes, estamos de un lado o del otro, y al menos siempre podremos resistir internamente.”


Conferencia del Padre Nicholas Gruner sobre los peligros que amenazan la Fe.