Traducir

martes, 7 de julio de 2015

DOMINGO SEXTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS (Bogotá, año 2015) R. P. FERNANDO ALTAMIRA


Queridos hijos: Tenemos un fragmento de Romanos para la Misa de hoy, carta de San Pablo probablemente escrita desde Corinto para preparar su apostolado en Roma. El fragmento de la Misa es sobre la simbología y los efectos del Bautismo en relación a la Pasión y Resurrección de Cristo, y la aplicación, por extensión, a la actitud del católico frente a la vida, a la actitud del católico PARA TODA SU VIDA.

  Comenzamos con unos versículos anteriores al texto de la Misa: (capítulo 5) 20… Ubi autem abundavit delictum (donde abundó el pecado), superabundavit gratia (sobreabundó la gracia)… (cap 6) 1 Quid ergo dicemus? (¿Qué diremos por lo tanto?) Permanebimus in peccato ut gratia abundet? (¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia?). 2 Absit (De ninguna manera). Qui enim mortui sumus peccato, quomodo adhuc vivemus in illo? (Pues quienes hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?).

 Ahora la Misa: 3 An ignoratis quia quicumque baptizati sumus in Christo Jesu, in morte ipsius baptizati sumus? (¿Acaso ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, en su muerte hemos sido bautizados (en su muerte hemos sido limpiados)?). 4 Consepulti enim sumus cum illo per baptismum in mortem (Hemos sido CONsepultados con Él, por el Bautismo, en la muerte): ut quomodo Christus surrexit a mortuis per gloriam Patris, ita et nos in novitate vitæ ambulemus (para que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros ambulemos en novedad de vida –ambulemos o tengamos una nueva vida-). San Pablo en estos versículos se expresa sobre la Pasión y Resurrección de Nuestro Señor EN PARALELO con los efectos del Bautismo, y cómo tiene que ser nuestra vida a partir de allí. EL BAUTISMO ES UNA MUERTE MÍSTICA (al pecado, a las cosas mundanas; mundo, demonio y carne). El antiguo Bautismo por inmersión ayudaba a entender esta simbología, pues el bautizando debía ser sumergido (“enterrado”) en el agua, símbolo de su muerte y de su sepultura (como Cristo murió y fue sepultado); y luego “emergía” del agua, símbolo de la Resurrección, resurrección a una nueva vida, a vivir una nueva vida, la de la gracia santificante en el alma: Estar en paz con Dios.

 5 Si enim complantati facti sumus similitudini mortis ejus (Si pues hemos sido CONplantados –injertados- en la semejanza de su muerte -en la semejanza de la muerte de Cristo-): simul et resurrectionis erimus (igualmente lo seremos –en la semejanza- de su Resurrección). 6 Hoc scientes, quia vetus homo noster simul crucifixus est, ut destruatur corpus peccati, et ultra non serviamus peccato (Sabiendo esto: que nuestro viejo hombre ha sido crucificado de la misma manera –“simul”-, para que sea destruido el cuerpo de pecado, y no sirvamos ya más al pecado). 7 Qui enim mortuus est, justificatus est a peccato (Pues el que ha muerto, está justificado del pecado). 8 Si autem mortui sumus cum Christo, credimus quia simul etiam vivemus cum Christo (Si hemos muerto con Cristo, asimismo creemos que también viviremos con Cristo), (sigue aquí el versículo 9)…

Es decir: Si, pues, hemos sido CON-PLANTADOS (injertados) en Cristo, por el Bautismo, en la semejanza de su muerte, también lo hemos sido para semejanza de su Resurrección. San Pablo está hablando de la INCORPORACIÓN A CRISTO a través del Bautismo, de la asimilación a Cristo, la Cabeza del “Cuerpo Místico” que es la Iglesia Católica, lo que hará –o debe hacer- que reproduzcamos en nosotros su vida y sacrificio de la Cruz, pero que – también como en Él- terminará en resurrección gloriosa, si somos fieles. Dice el texto semejanza en su muerte para tener semejanza en su Resurrección, pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado para que no sirvamos ya más al pecado... Por el Bautismo somos INCORPORADOS a Cristo, por el Bautismo empezamos a ser católicos. De la INCORPORACIÓN A CRISTO, surge la necesidad de luchar contra el pecado y lo que lleva a él (las pasiones desordenadas, los malos deseos, los malos impulsos, las malas inclinaciones).


 Sí: Luchar contra eso; PERO: Luchar, en última instancia, para conservar y desarrollar esa NUEVA VIDA DE LA GRACIA SANTIFICANTE, el ser hijos de Dios, lo que hemos adquirido al ser bautizados. Es decir que la finalidad de esa lucha contra el pecado es la conservación y el desarrollo de la vida de Dios en nosotros. Es la misma invitación que nos hacían las tan breves y tan hermosas epístolas de Pascua. Una de ellas: (I Cor 5,7-8) Hermanos expurgad el antiguo fermento (Fratres: Expurgate vetus fermentum) para que seáis una nueva masa (nova conspersio), como ázimos que sois -sicut estis et ázymi- (algo puro, ázimos, algo para Dios, sin corrupción, sin levadura de corrupción, la cual es principalmente el pecado mortal). Pues Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado (Étenim Pascha nostrum immolatus est Christus). Por lo tanto hagamos un banquete y nos alegremos (Itaque epulémur): no con el viejo fermento (non in ferménto véteri) (no con el viejo estilo de vida, no con nuestros pecados), ni con fermento de malicia ni de una vida viciosa –de perversidad- (neque in ferménto malitiae et nequitiae), sino con ázimos de sinceridad y de verdad (sed in ázymis sinceritatis et veritatis).

  Volviendo a la epístola de hoy: 9 scientes quod Christus resurgens ex mortuis jam non moritur (sabiendo que Cristo, resucitando de entre los muertos, ya no muere): mors illi ultra non dominabitur (la muerte ya no lo dominará más). 10 Quod enim mortuus est peccato, mortuus est semel (Lo que ha muerto al pecado, ha muerto de una vez para siempre): quod autem vivit, vivit Deo (pero lo que vive –por la gracia santificante- ¡para Dios vive!).

 Así como Cristo, una vez que resucitó de entre los muertos, ya no muere: Así, lo que ha muerto al pecado, ha muerto de una vez para siempre al pecado: Es decir, “nosotros”, muertos al pecado por el Bautismo, por la incorporación a Cristo, por las promesas del Bautismo, por la vida que hemos adquirido, hemos muerto –o “debemos” morir- de una vez por todas al pecado. Y “lo que vive”, por la gracia santificante en nuestras almas, ¡para Dios vive!, ¡para Dios debe vivir! 11 Ita et vos existimate vos mortuos quidem esse peccato (Así, vosotros consideraos “estar muertos” sin duda al pecado), viventes autem Deo (pero vivos para Dios), in Christo Jesu Domino nostro (en Cristo Jesús, Señor nuestro). ¡Qué palabras hermosas!

  Relacionado con lo que venimos diciendo: Nuestro Señor fue “varón de dolores”, a Él debemos asimilarnos (semejantes a Él en su Crucifixión, Pasión y Muerte), para terminar en la Resurrección o premio, como Él. Existe en nosotros una tendencia al pecado, la cual puede destruir la unión con Dios, la gracia santificante, la nueva vida. De aquí la necesidad de la MORTIFICACIÓN para llegar a la Gloria del Cielo. Como les dijo Nuestro Señor a los discípulos de Emaús: Que el Cristo (y nosotros) padeciese… Y ASÍ entrase en su Gloria. (Gálatas 5,17) “La carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne… a fin de que no hagáis cuanto queráis”.

Hay también un hermoso texto donde San Pablo expresa su queja por las malas tendencias al pecado que percibe dentro suyo y que todos tenemos: (Rom 7,14ss) Sabemos que la Ley es espiritual, mas yo soy carnal, /// vendido bajo el pecado... /// No hago lo bueno que quiero, sino lo malo que aborrezco, ESO HAGO... /// No habita en mí, esto es en mi carne, lo bueno, /// porque está en mí el querer lo bueno, PERO NO ALCANZO A HACERLO. /// Porque lo bueno que quiero, no lo hago; /// sino lo malo --que no quiero-- ESO HAGO. /// Así, queriendo yo hacer el bien, hallo una ley: EL MAL RESIDE EN MÍ (lo llevamos dentro en la forma de malas tendencias, impulsos, inclinaciones). /// Me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior; pero veo otra ley en mis miembros que repugna a la Ley del Espíritu, Y ME ESCLAVIZA en la ley del pecado... /// ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?: LA GRACIA DE DIOS... ¡Qué palabras tan hermosas! La Gracia de Dios. Ella es la única solución

 Terminamos con la otra epístola de Pascua (de la Vigilia): (Col 3,1-4) “Fratres: Si consurrexistis cum Christo (Hermanos: Si habéis CON-resucitado con Cristo), quae sursum sunt quaérite (¡buscad las cosas de arriba!)… quae sursum sunt sápite (¡saboread las cosas de arriba!), non quae super terram (¡no las de la tierra!)… Vita vestra est abscóndita cum Christo in Deo: Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 

AVE MARÍA PURÍSIMA.