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jueves, 16 de julio de 2015

MEDITACIÓN: GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

   El Sagrado Evangelio contiene una amonestación que hizo Cristo a sus discípulos, persuadiéndoles que se guardasen de los falsos profetas, que venían a ellos con pieles de ovejas y en la verdad eran lobos carniceros, a los cuales habían de reconocer por sus obras y no por sus palabras; porque no es digno de crédito ni del cielo el que solo confiesa a Dios con la boca, sino el que hace su voluntad y la pone por obra.

   Punto I.- Considera lo primero, que Cristo nuestro Señor te encarga que atiendas y cuides de tu alma, y que sea este el primer desvelo de tu corazón, atalayar y mirar con quien tratas y con quien hablas, qué palabras te dicen, qué consejos te dan y qué doctrina te enseñan, no suceda que te engañen y caigas en errores por tu descuido. Atiende también a los pensamientos que llaman a las puertas de tu corazón, porque aunque parezcan buenos al principio, suelen rematar en mal, y muchas veces el demonio se finge ángel de luz para engañar. ¡Oh, Señor! Dadme prudencia y conocimiento de la verdad, y discreción para discernir entre lo bueno y lo malo, y gracia para que siempre vele y nunca me descuide en lo que tanto importa, como es mi alma y tu servicio.

   Punto II.- Considera lo que dice Cristo, que muchos vienen con piel de oveja y en lo interior son lobos carniceros; atiende y considera su tú eres de estos; mira si en lo exterior eres cristiano, y en lo interior pagano e infiel, y aún peor en las costumbres. Mira si tienes nombre y profesión de religioso  o eclesiástico, y en la vida eres peor que muchos seglares que viven mejor que tú, y la tuya no conviene con tu estado; ni lo interior con lo exterior. ¡Oh, pecador! Qué cuenta darás a Dios, que sabe todas tus maldades, y juzgará rectísimamente, y mirará no a lo exterior como los hombres, sino a lo interior del alma y el espíritu en que consiste la verdadera virtud. Piensa esto despacio y pídele a Dios gracia para corregir tu vida, y vivir en lo interior y exterior en sus ojos y conforme a Su Santísima voluntad.

   Punto III.- Considera lo que dice el Salvador, que el hombre se conoce por las obras como el árbol por el fruto. Mira cuáles han sido las tuyas en tu vida y qué frutos hallará en ti el Señor de la viña, cuando venga a recogerlos. Abre los ojos y mira tú pobreza en el acatamiento del Señor, y que en lugar de fruto de buenas obras has dado cardos y espinas de vicios y pecados; llora tu vida pasada y saca de aquí propósitos muy firmes de enmendarla, y de recuperar en lo porvenir lo que has perdido en el pasado.

   Punto IV.- Considera lo que añade el Redentor, que no todos los que le llaman Señor y los que le alaban con la boca, entrarán en el reino de los Cielos, sino los que hacen la voluntad de Su Padre celestial. Pondera la importancia de entrar en el cielo, y qué desgracia sería si fueses excluido de él, y no se permitieran entrar y medita lo que pide el Señor para merecer aquel reino, que es hacer en esta vida Su voluntad. Atiende cuál es la que tienes que cumplir según tu estado y profesión, y resuélvete a ejecutarla con todas las veras posibles sin tardanza. Ofrécete al Señor para hacer en todo y por todo su santa voluntad, desnudándote de la tuya, sin tener otro querer o no querer más que lo que su Divina Majestad quiere o no quiere.

   Considera cómo Cristo te ha plantado en el paraíso de su Iglesia para que des fruto de buenas obras y tú le das de malas; y si mandó arrancar la higuera infructuosa, ¿Qué hará con la espinosa? ¿Qué juicio te espera, y qué sentencia dará contra ti el Señor? Tiembla de sus juicios y de la cuenta que te ha de pedir de tus obras, y ruégale con lágrimas que te de tiempo y gracia para mejorarlas.