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martes, 5 de abril de 2016

SERMÓN DEL DOMINGO DE GLORIA: R. P. FERNANDO ALTAMIRA





Queridos hijos:

¡Feliz y Santa Pascua de Resurrección! “El Día del Señor”, “haec est dies quam fecit Dóminus: éste es el día que hizo el Señor”.
Hemos terminado los ejercicios de la Semana Santa, hemos podido disfrutar, ¡Deo gratias!, las ceremonias litúrgicas. Y la Santa Iglesia
Católica nos pone frente a la Resurrección de Dios Nuestro Señor Jesucristo, y frente a un plan de vida de “resucitados”.

Basándonos en la liturgia, en la Misa que sigue a la Vigilia Pascual (anoche), y en la Misa de hoy, del día de Pascua, queríamos utilizar
dos verdaderas joyas católicas, dos extractos elegidos para estas Misas. Nos referimos a los dos tan breves, pero tan-tan hermosos,
textos de San Pablo en las epístolas de estas dos Misas. Son tan breves y hermosos que los queremos repetir en esta introducción.
El de la Misa de anoche, luego de la Vigilia Pascual, Misa de la Noche de Pascua, tenemos un extracto de San Pablo en su Epístola a los Colosenses (cap. 3,1-4), y dice así:

1 Si consurrexistis cum Christo: Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo: quæ sursum sunt quærite, ubi Christus est in dextera Dei sedens: Buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios:

2 quæ sursum sunt sapite, non quæ super terram. Saboread las cosas de arriba, no las de la tierra.

3 Mortui enim estis, et vita vestra est abscondita cum Christo in Deo. Pues habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

4 Cum Christus apparuerit, vita vestra: tunc et vos apparebitis cum ipso in gloria. Cuando venga Cristo, vida vuestra: entonces también vosotros vendréis con Él en gloria.

El de la Misa de hoy, Misa del Día de Pascua, es un fragmento de la Primera Carta a los Corintios (cap. 5,7-8); y dice:

7 Expurgate vetus fermentum, ut sitis nova conspersio, sicut estis azymi. Etenim Pascha nostrum immolatus est Christus. Hermanos: Expurgaos del viejo fermento, para que seáis una nueva masa, como ázimos que sois. Pues Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado.

8 Itaque epulemur : non in fermento veteri, neque in fermento malitiæ et nequitiæ : sed in azymis sinceritatis et veritatis. Por lo tanto, tengamos un banquete [nos alegremos en un banquete]; no con el fermento viejo, ni con fermento de malicia y de iniquidad; sino con ázimos de sinceridad y de verdad.

Hagamos ahora algunos comentarios de estos textos. Primero sobre los Colosenses:

-1 Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo: [¿A dónde hemos resucitado; de qué hemos resucitado? Pues, hemos resucitado de la vida “vieja”, de la vida fea del pecado, del pecado mortal, sin la gracia santificante; de esa vida hemos resucitado, de esa vida “debemos” resucitar.

Bien hemos visto a muchos confesarse, pero como siempre ocurre: No todos han hecho esto, y supongo que un cierto número de los que están aquí, escuchándonos en este momento, no han procurado recuperar el estado de gracia, con una buena Confesión (“dejarse” del pecado mortal). Qué tristeza, no recibir la Comunión en el Día de la Pascua del Señor].

-Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo: Buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. [¡Buscad las cosas de arriba!; si esta vida miserable, y llena de sinsabores, no vale. Las cosas que valen, son las cosas del Cielo, “las cosas de arriba”: donde Cristo está sentado a la diestra de Dios Padre. Y si así son las cosas, ¿por qué esto no condiciona realmente nuestro comportamiento, por qué seguimos pecando y dejando a Dios de lado? San Alfonso decía el viernes: ¿Creéis en la Encarnación de Dios? ¿Creéis en su Pasión y Muerte; creéis que Él ha hecho eso por vosotros? ¿Lo creéis y no le amáis? ¿Y podéis siquiera pensar en amar otras cosas que no sean Dios Nuestro Señor Jesucristo? 

¿Por qué somos así? Un refrán en latín reza: “Sueta vilescunt” (las cosas acostumbradas no se valoran, se envilecen a
nuestro espíritu). Estamos tan habituados a escuchar hablar de Redención, de Pasión y Muerte de Dios, de su Resurrección y de la nueva vida a la que somos invitados, que, por ese acostumbramiento, caemos en una cierta rutina, y hasta tal vez en un cierto desinterés e indiferencia, y no cogemos la verdadera dimensión y profundidad de ver y saber lo que Dios ha hecho por nosotros y cuánto Él nos quiere y nos ama.

Debemos pedir tener más luz en nuestras inteligencias y llenarnos del amor a Dios, frente a lo que Él es, y frente a lo que Él hizo por cada uno de nosotros.

-[Repitamos y avancemos:] 
1 Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo: Buscad las cosas de arriba... 

2 Saboread las cosas de arriba, no las de la tierra. [Hay que saborear las cosas de arriba, hay que saborear las cosas de Dios, disfrutarlas. Porque, otra vez, en esta vida miserable,
las cosas de Dios son las únicas verdaderas alegrías y las que valen la pena. Y así debemos tener santos “placeres”, disfrutar las cosas de Dios: Su doctrina –la Doctrina Católica-, su teología, la santidad de vida a la cual Él nos empuja, su liturgia, el canto gregoriano, la vida de sus santos: Las cosas de Dios...].

3 Pues habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. [“Habéis muerto”, habéis muerto al pecado, ¡debéis morir al
pecado!, no cometer más vuestros pecados. Y habéis muerto entonces a la vida antigua, a la vida vieja, a vuestro “viejo hombre”, a la vieja levadura. Y estáis en novedad, en novedad de vida: “Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. “Vuestra vida está escondida con Cristo”: Ésta es una de las frases más hermosas de la Sagrada Escritura, así debemos ser y estar, “escondidos con Cristo”, dentro de Cristo, qué importa el resto de las cosas; las únicas que valen son las de Dios Nuestro Señor Jesucristo].

4 Cuando venga Cristo, vida vuestra: entonces también vosotros vendréis con Él en gloria. [“Cuando venga Cristo”, cuando Él venga en su Parusía, cuando Él venga en gloria y majestad, entonces los que hayamos sido de Él, los que hayamos logrado nuestra salvación, vendremos con Él “en gloria”: nuestros futuros premios. Pero esa sed insaciable de felicidad que tenemos -así nos hizo Dios-, es felicidad que no se puede conseguir en este vida; y aun sabiendo esto, estamos constantemente –y “fracasadamente”- buscándola aquí, aquí en la tierra. Por eso nos desgastamos, y cansamos, y desalentamos. 

Decimos que “sabemos” que esa felicidad, “la” felicidad, no se puede conseguir en esta vida; pero al momento de obrar, siempre estamos como si eso no fuese así, y seguimos, y seguimos... buscando el Cielo en la tierra, la felicidad perfecta aquí abajo. ¿Cuál es la realidad, cuál es el programa del católico en la tierra? Lo habíamos dicho, y lo repetimos: “Ad victoriam, per crucem”, “a la victoria –a los premios, a la felicidad, al Cielo, a nuestra resurrección- pero por la Cruz”, por medio de ser otros crucificados, por llevar nuestra cruz, por llevar los sufrimientos”. ¡Y no hay otro programa de vida! Esto es sabido por todos o muchos de nosotros, pero no somos capaces de vivirlo de verdad; tendremos premios, vendremos con Él “en gloria”, pero después de haber estado en la Cruz, y toda esta vida, el régimen actual de vida para nosotros, es así].


Ahora, usados a modo de conclusión, algunos comentarios sobre Corintios:

-7 Hermanos: Expurgaos del viejo fermento, para que seáis una nueva masa, como ázimos que sois. [“Hermanos, expurgaos del viejo fermento”, quítense la vida vieja y fea anterior, el estar envueltos en la esclavitud de vuestros pecados, y peor de vuestros vicios, “para que seáis una nueva masa”, para que tengáis una vida nueva, linda, hermosa, llena de luz –como son todas la cosas de Dios-, “como ázimos que sois”. Creo todos saben lo que son los “ázimos” pero lo repetimos: Los ázimos, o panes ázimos, son panes sin levadura, con la simple harina de trigo, son “más puros”, o “puros” –si quieren-, porque si bien la levadura ayuda a su mayor tamaño y sabor, la levadura siempre produce
fermentación, y la fermentación es un tipo de pudrición. 

En la comparación, el pan con levadura es nuestro hombre viejo con sus pecados (que nos pudren el alma –el pecado mortal-, y que pueden podrirnos a nosotros mismos para siempre en el Infierno si morimos así); y en esa misma comparación estamos llamados a ser pan sin levadura, a ser “ázimos”, ser el hombre nuevo “en santidad y justicia verdaderas”, la invitación a llevar vidas hermosas, por y para Dios, el desear y buscar ser muy buenos católicos, para amarlo mucho a Dios, y que Él nos ame también como a hijos muy queridos].

-Pues Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado. [¡Cómo no vamos a ser así, cómo no vamos a llevar la vida a la que se nos invita! Si Cristo, “nuestra Pascua”, “¡ha sido inmolado!”, ¡si Cristo ha muerto en la Cruz, si Cristo ha hecho todas esas cosas por nosotros!, ¡cómo podemos ser tan “bobos” y seguir en las tonterías de este mundo y de nuestros pecados, y seguir en el materialismo, y seguir en la concupiscencia de la carne y de nuestro orgullo. ¡Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado!, ¡lo tenemos todo!, ¡Cristo ha hecho todo por nosotros, y a nosotros sólo nos compete imitarlo, seguirlo, y llegar al Cielo!].

-8 Por lo tanto: Tengamos un banquete [nos alegremos en un banquete]; no con el fermento viejo, ni con fermento de malicia y de iniquidad; sino con ázimos de sinceridad [de pureza] y de verdad. 
[¡Tengamos entonces un banquete, disfrutemos de la alegría de ser hijos de Dios, disfrutemos de la alegría de estar en paz con Dios! El católico ¡no puede ser una persona “amargada”! ¡Eso no es Catolicismo! Aun si sabemos de nuestros pecados, y, nadie lo niega: ellos están muy mal; aun si lo sabemos: Dejemos de lado todo eso, nos confesemos, cambiemos de vida, y llevemos una vida alegre, una vida de felicidad, llena de luz, dentro de lo imperfecto de lo imperfecto que es todo aquí.

Pero la felicidad “parcial” que se puede conseguir aquí (la perfecta está en la visión beatífica, en la salvación), esa felicidad “parcial” está en directa proporción con “el estar bien con Dios”, y eso se traduce en “estar en estado de gracia”, sin pecado mortal. Padre, ¿y si uno lleva una vida así, en estado de gracia, uno no va a sufrir en esta tierra? Respuesta: pues no, uno sí va a sufrir, “ad victoriam, per crucem”, pero uno sufre en forma distinta, porque en última instancia, “a pesar de los sufrimientos”, lo más importante está, y está dentro de mí: “Tengo a Dios, estoy en estado de gracia”. 

¿Duele la Cruz? Sí. ¿Me gusta sufrir? No. Pero no se puede vivir de otra manera, la vida de Cristo se tiene que repetir en mí, primero la Cruz, después el premio figurado por la Resurrección; y Cristo sufrió siendo inocente, mas yo por los pecados que he
hecho y que debo pagar. En este momento no nos acordamos literalmente, pero San Agustín tiene una frase que, hablándole a Dios, dice: pica, corta, quema, arranca... en esta vida; para que no tengas que hacerlo después en la otra. Entonces “alegrémonos”, “tengamos un banquete”, el católico tiene que saber ser una persona  alegre, pero no tengamos nuestras alegrías –falsas- con las cosas que busca el mundo, “no con el fermento viejo”, sino con una vida de sinceridad, de pureza y de verdad: Son alegrías sosegadas, son alegrías hermosas, porque son puras, están llenas de pureza, y de vida hermosa para Dios].

Tengamos todos una Santa Pascua de Resurrección.

AVE MARÍA PURÍSIMA.